lunes, 28 de septiembre de 2015

Preguntas y respuestas sobre cómo afrontar la derrota

La derrota es una de las caras de la moneda. Existe y hay que aceptarlo, pero eso no quita que podamos afrontar la derrota como un paso para acercarnos más al éxito. Siempre se ha dicho que de una derrota se aprende, es verdad, y además te hace más fuerte si sabes utilizarlo como trampolín, nunca como un muro. Analizar cómo fue la competición, qué debemos mejorar, qué está fuera de tu control y saber si necesitas ayuda es un punto fundamental dentro de tu entrenamiento.
¿Cómo te sientes? Tómate un tiempo después de la competición, quizás, el mejor día para analizarlo sea al día siguiente, cuando todo esté más calmado y puedas analizar en frío la situación. ¿Ya sabes cómo te sientes? Sigamos.
¿Cómo fue tu rendimiento? Muchas veces realizamos entrenamientos cosas durante la semana que en competición no se llevan a cabo. Saber qué nos impidió rendir al nivel esperado puede ayudarnos a evitar la frustración, porque nos permite hacernos una imagen mental de qué debemos mejorar y cambiar, y qué está fuera de nuestro control. No te sientes a lamentarte sin ponerte en movimiento.
¿Y tu actitud? La actitud determina en gran parte el rendimiento. Una actitud correcta, positiva y con determinación eleva las posibilidades de éxito.
¿Lo hiciste bien, pero tu rival fue mejor? Entonces estamos fuera de nuestro control. Si nosotros lo hacemos todo bien, pero nuestro contrincante fue mejor, la mejor opción es seguir confiando en nuestras posibilidades, seguir mejorándolas y no caer en el pesimismo. La frustración es un rival más en tu carrera deportiva, y se traba de derribar muros, no de construir barreras nuevas.
¿Debemos mejorar cosas? Entonces es el momento de buscar soluciones y actuar, sin olvidar una actitud positiva. Para ello no te olvides de mantener aquello que sí funciona; trata de impulsarte desde ello. Confía en todo aquello que sabes hacer bien, corrige lo que hace falta mejorar y piensa que puedes conseguirlo. Y si necesitas ayuda, no tengas miedo. ¡Es tu momento!

Información de extraída de TheWangConnection.

lunes, 7 de septiembre de 2015

¿CÓMO AFECTA NUESTRO ESTADO MENTAL EN EL MARATÓN?

Extraído del libro: "Qué pasa por la cabeza del corredor de maratón", de Tomás Vich Rodríguez, premiado con el accésit "Nike" en el II Certamen del Libro Deportivo Marca. 2003.

Nuestra mente es igual que nuestro cuerpo. Y es igual por diferentes razones. En primer lugar, porque forma parte de nosotros. En segundo lugar, porque también se agota o se cansa cuando se realiza una actividad durante un período de tiempo más o menos prolongado. Y en último lugar, porque, así como entrenando nuestro cuerpo podemos lograr mayor resistencia, potencia muscular, flexibilidad..., entrenando nuestra mente podemos lograr mayor capacidad de concentración, atención, capacidad de sacrificio... y, por tanto, retardar, en gran medida, un agotamiento prematuro.

En el maratón, al hilo de lo que sucede a nuestro organismo, la mente sigue un proceso natural de desgaste que se refleja en las distintas etapas o fases emocionales por las que pasamos a lo largo del tiempo que permanecemos corriendo.

  Nuestro estado anímico varía desde un polo hasta el opuesto pasando de estar Alegres a estar Suplicando para que llegue el final de la carrera. Sin embargo, dicho estado se puede, si no eliminar, sí por lo menos mitigar hasta el extremo de lograr, inclusive, disfrutar de los últimos kilómetros de la Maratón. Pero para conseguirlo, hay que mentalizarse de la existencia de los malos momentos y de la necesidad de superarlos.
Se distingue seis etapas diferenciadas, aprovechando determinados puntos kilométricos del maratón:

1. EUFORIA - Esta etapa se extiende, desde los minutos previas al inicio de la carrera, hasta que se llevan recorridos los primeros kilómetros (4 ó 5).
Durante esta etapa, se entremezclan los pensamientos de alegría ("Esto es un espectáculo", "Cómo me gusta esto"), con otros que reflejan las primeras dudas ante la carrera ("Cuando llegue a meta voy a brincar de alegría", "Me voy a comer un buen almuerzo").  En ningún momento se plantea el hecho de que antes del final de la carrera vamos a sufrir y este sufrimiento, por momentos, va a ser muy grande. ¿Y por qué no nos planteamos esta circunstancia?. El hecho es que durante este preciso momento estamos FRESCOS, física y mentalmente, y lo que menos me voy a plantear en este instante es que al cabo de unas horas voy a pasarlo mal, simplemente, porque pienso que no va a suceder; y es que si "ahora estoy bien ¿por qué luego me voy a encontrar mal?" o "cuando tenga que sufrir, sufriré". Estas cogniciones son erróneas ya que no se ajustan a la realidad y, por eso, es fundamental controlarlas y/o dominarlas (éste supone el primer punto de concentración).
  Me explico en este aspecto: claro que estoy de acuerdo conque una persona esté eufórica antes de empezar la carrera y que se deje llevar por estas sensaciones, porque es bueno, pero, esto, es muy distinto a que, posteriormente, una vez iniciada la prueba, dichos pensamientos se antepongan a la realidad que, como ya he comentado, es que antes o después nos vamos a cansar (son muchas horas corriendo) y si no lo hemos previsto o anticipado y, por tanto, no nos hemos concienciado para ello, pagaremos el gasto que hagamos al principio con un cansancio adicional al que, por el de la propia carrera, vamos a padecer. Hay que ANTICIPAR lo que nos va a suceder en cada momento de la carrera.
Durante estos primeros instantes de carrera hay comenzar la prueba tranquilamente sin dejarnos llevar ni por la alegría del principio, ni por el miedo a quedarnos descolgados del resto de corredores. De esta forma, en los últimos kilómetros de la prueba, aparte de adelantar a muchos de estos corredores que, ahora, se dejan arrastrar por la euforia del inicio, vamos a llegar en un muy buen estado físico y mental.


  2. CHARLA. Esta etapa se prolonga desde los kilómetros 6-7, hasta los kilómetros 14-15.  Es la etapa de la "charla", durante este período es cuando una gran parte de los corredores se dedican a hablar con los "compañeros de viaje" y con las personas que animan. Asimismo, este es el momento en el que se suelen gastar bromas y/o contar chistes.
 Durante este período el problema que nos podemos encontrar es el del desconocimiento de nuestras posibilidades. En numerosos casos, los corredores, bien porque físicamente se encuentran en perfecto estado ("Ya estoy en el kilómetro 11 y me encuentro muy bien, así que puedo acelerar", "Voy perfectamente, no estoy nada cansado"), bien por la animación de la gente que te empuja ("Qué emocionante es ver a tanta gente animándote") o bien porque percibimos mal la realidad ("Ya llevo un tercio de la carrera, sólo me quedan dos tercios y no estoy cansado", "Ya sólo me quedan X kilómetros") tendemos, inconscientemente, a acelerar nuestro paso y a adoptar un ritmo que está por encima de lo que nuestro cuerpo nos permite, provocando un agotamiento prematuro de nuestra energía, primero física y, a renglón seguido, mental. La consecuencia de todo esto es que, según el kilómetro de la prueba en el que ocurra, abandonamos o acabamos "arrastrándonos".

Ante esta circunstancia, la ANTICIPACIÓN de estas sensaciones es importante, cuando observemos que nos estamos dejando llevar por la euforia de la gente que nos anima o que vamos a un ritmo más veloz del que podemos, actuemos con cabeza y atendamos a nuestras sensaciones orgánicas, un ritmo que se ajuste a nuestras posibilidades; de este modo, no nos dejaremos arrastrar por lo que las sensaciones inmediatas nos dictan, y que no son otra cosa que percepciones erróneas de la realidad, fruto de un sentimiento de grandeza e insuperabilidad equivocados.


  3. TRANSICIÓN. Desde los kilómetros 16-17 hasta los kilómetros 22-23).
Esta etapa, psicológicamente hablando, es neutra. Es sólamente durante estos kilómetros cuando los corredores populares realmente actúan, siempre desde un punto de vista psicológico, como deben. Esta etapa supone, como su propio nombre indica, un paso entre la alegría del principio y el comienzo del cansancio físico y mental, de ahí que, durante este tiempo, permanezcamos más o menos concentrados y corriendo de un modo más o menos regular. Este espacio de tiempo adquiere, si así se desea, una importancia mayor para los corredores populares, ya que, puede servirles de modelo para saber cómo deben correr un maratón; es decir, que si MENTALMENTE, somos capaces de correr toda la prueba como lo estamos haciendo ahora, vamos a estar en disposición de llegar a meta en perfecto estado, ya que estamos dejando de lado nuestras cogniciones erróneas a cambio de otras que nos permiten ir concentrados en lo que estamos haciendo. A fin de cuentas esta es, para mí, la clave fundamental para acabar el maratón, física y psíquicamente bien.


  4. LATENTE. Esta etapa se extiende desde el kilómetro 24 hasta lo que se ha venido en llamar "el muro", aproximadamente el kilómetro 32.
Es en este momento, cuando puedo decir que comienza el Maratón: hasta ahora, nuestra euforia, en primer lugar, y nuestro perfecto estado físico, posteriormente, no nos han permitido captar la verdadera dureza de la prueba; pero, a partir de este momento, una vez que ya comenzamos a sentir el peso de la carrera (las piernas empiezan a sentirse cansadas, ya no apetece seguir corriendo, etc.), es cuando vamos a empezar a sufrir física y mentalmente.

Sin embargo, el verdadero sufrimiento psicológico está aún por llegar; se empiezan a generar pensamientos que, más tarde, cuando físicamente estemos muy cansados, van a pasearse una y otra vez por nuestra cabeza de manera continuada, provocando, si no estamos preparados, unos efectos devastadores. Uno empieza a preguntarse si va a llegar a meta; es cuando empezamos a fijarnos, no en el camino que llevamos recorrido, sino en el que nos queda por recorrer; es cuando, en definitiva, empezamos a angustiarnos y hasta decaernos, porque ya lo único que queremos es "¡ACABAR de una santa vez!".
Ahora es cuando deben empezar a aflorar los pensamientos positivos que hemos preparado para este momento. En este aspecto hay una cosa clara, si antes de la prueba hemos previsto este cansancio, ahora, cuando llegue, vamos a afrontarlo con verdaderas garantías, ya que nuestras cogniciones van a ser del estilo "esto ya me lo esperaba", "es normal este dolor, llevo muchos kilómetros corriendo", "forma parte de la carrera", etc., y no las que normalmente aparecen cuando uno no está preparado ("me duelen las piernas", "no me quedan fuerzas", "estoy muy cansado y todavía me quedan muchos kilómetros", "no voy a llegar", etc.).

  5. SUFRIMIENTO. Se prolonga desde el kilómetro 32 hasta el kilómetro 42.

Durante este período de tiempo, lo único que vamos a desear es acabar y ni los aplausos de la gente, ni nuestro estado físico nos van a ayudar a retirar de nuestra cabeza, estos pensamientos. La agonía es tal, que, una persona cualquiera que todavía no haya corrido ningún maratón, no se explica el hecho de que cuando tan solo te quedan dos kilómetros para terminar dejes de correr y te pongas a andar, y, es que, para la mente de un corredor no preparado para la ocasión, que lleva corriendo 4 horas, esos últimos 2 kilómetros, no son otra cosa que 2.000 metros lo que supone una barrera imposible de superar en ese momento, para cualquier persona que llegue en esas condiciones.
 Nuestro objetivo es, pues, que al llegar al kilómetro 40 (ó 39 ó 38) sólo pensemos en ir a por el siguiente kilómetro, sin angustiarnos por llegar a meta, defecto, que es muy común en numerosísimos corredores, quienes creen que en el kilómetro 34 (porque sólo queden 8), ya han terminado la prueba, sin concebir el hecho de que ahora cada kilómetro se multiplica mentalmente por 2, y, que, ni nuestros pensamientos ni nuestro estado físico son los del principio, sino que son radicalmente opuestos ("no puedo más", "quien me manda a mí meterme en estos sufrimientos", "estoy harto de correr", "no vuelvo a correr el maratón", etc.).

M E T A
  En fin, en esta etapa se produce lo que yo denominaría un subidón anímico, que se refleja externamente en las caras de satisfacción de los corredores, e introspectivamente en pensamientos que resumen todo el esfuerzo previo por conseguir una heroicidad: “Lo he logrado”, “Por fin”, “Soy un genio/a”, “Aleluya”... En definitiva, es un momento que todos los que lo hemos experimentado, resumimos en que es “para vivirlo”. Es un momento, psicológicamente hablando, muy peculiar. Digo peculiar, porque si nos fijáramos en esos corredores unos 500 metros antes, veríamos, tal y como comenté en la etapa anterior, un aspecto totalmente distinto y, sin embargo, parece milagroso que, de repente, nos olvidemos de nuestros dolores físicos, del calor, del cansancio, de la hartura psicológica... Y demos la sensación, siempre de cara al espectador, de que estamos como si no hubiéramos recorrido ¡42 kilómetros sin parar!, o lo que es lo mismo, como si no hubiéramos estado corriendo 3, 4, 5 o hasta 6 horas.
  Quizás toda esta reacción quede explicada porque en nuestro organismo se produce la liberación abusiva de una hormona que todos en nuestra vida desearíamos liberar continuamente: la endorfina o, comúnmente hablando, “hormona de la felicidad”.


La clave del éxito mental en el maratón radica en la anticipación de consecuencias. Si se consigue controlar todas las sensaciones que se van a experimentar durante el maratón, se logrará realizar una buena carrera, lo que permitirá repetir la experiencia (si así se desea) ya que el sentimiento final será de Plena Satisfacción.