Una de las principales dificultades que se presentan en el trabajo con jóvenes tenistas es el pensamiento negativo que aparece muchas veces luego de un error. Una inadecuada  reacción ante el error nos muestra la falta de control del deportista sobre su pensamiento, generando una cadena de pensamientos negativos que empeoran cada vez más su desempeño. El control del pensamiento se vuelve entonces una habilidad sumamente importante al momento de transformar el error en una oportunidad para el aprendizaje. Esta transformación del  pensamiento en uno más adecuado le permitirá al deportista generar nuevas emociones y también nuevas conductas, lo enfocará en lo que puede hacer y no en lo que ha hecho y no puede cambiar.

Inicialmente se trabaja en que el tenista pueda en reconocer qué piensa acerca de su actuación. Cuando el deportista se equivoca, hace instantáneamente una valoración del error que se expresa a través de su pensamiento y su autodiálogo (gritos, afirmaciones, quejas, ideas). Es importante que el deportista analice cómo está interpretando la situación, que tome conciencia de cómo se está hablando a sí mismo y de cómo está pensando.
Detrás de los pensamientos negativos existen creencias que están en la base, ideas, valores, apreciaciones que el deportista va formando a través de su historia personal, su experiencia, sus vínculos. Estas creencias están presentes en todas las personas y son las guias de nuestro accionar, determinan la forma en que nos comportamos. Si el tenista considera que equivocarse es lo peor del mundo y tiene creencias del tipo “ ya no puedo cometer errores básicos”, “no puedo perder haciendo doble falta”, sus pensamientos y conductas  posteriores serán inadecuadas porque esas creencias son disfuncionales (son un obstáculo), lo llevan a enfocarse en el error, en lo que ya pasó y no puede cambiar. Ante esta situación, corre el riesgo de quedar  mentalmente enganchado en la falla y no poder salir de ese estado de enojo, fastidio y frustración.



Ya durante el partido, para sobreponerse al error, es necesario frenar la sucesión de pensamientos negativos, poner un alto a esas ideas que se imponen, que aparecen e insisten (enfrentar “al hombrecito malo que todo lo ve mal”  como lo llamó un tenista con el que trabajé). Se pueden utilizar palabras claves para  parar ese tipo de pensamientos, como por ejemplo: “Basta” “Ahora si” “Estoy acá”. Una vez establecida esa pausa, el tenista podrá seguir adelante, pensar en positivo, volver a concentrarse, cambiar sus emociones, enfocarse en el presente y en lo que tiene que hacer, entonces habrá ganado la batalla mental, la guerra entre el pensamiento negativo y catastrófico y el pensamiento positivo y efectivo. Es decir, no quedó atrapado por el error.
En definitiva, el trabajo se orienta a que el tenista cambie su forma de mirar el error, deje de verlo como algo intolerable, algo que no puede permitirse. Que comprenda que mejorando su reacción al error está mejorando sus conductas, es decir, su rendimiento, está logrando un mayor control de si mismo y está construyendo su fortaleza mental.