Todas las competiciones permiten, entre otras cosas, observar cómo se gestionan las victorias y derrotas; los aciertos y los errores, la euforia y la frustración.
El deporte es competición sana porque se realiza con respeto: respeto al rival, a los compañeros, a los árbitros, aficionados, etc. Cuando se falta al respeto, deja de ser deporte para convertirse en una simple competición orgullosa. Lamentablemente, es esto último lo que puede apreciarse en muchas situaciones.
Saber ganar y saber perder son algunas de las bases que hay que aprender para poder disfrutar del deporte sanamente. Muchas veces, los entrenadores no explican a los deportistas cómo deben comportarse ante las victorias y las derrotas. Las personas nos dejamos llevar fácilmente por las emociones y, en esos casos en los que la emoción nos domina, no nos damos cuenta de todo lo que hacemos y/o decimos.
Saber perder es complicado, se fusiona la tristeza o frustración de no haber alcanzado un objetivo con la “deshonra” que puede suponer dicha derrota. Una vez perdido (un partido, un campeonato, una oportunidad) lo mejor que puedo hacer es aprender de los errores que he cometido YO y trabajar para mejorarlos YO. Los errores que puedan cometer los demás no están bajo mi control, por tanto no me aporta nada positivo el resaltar los fallos ajenos o lo que comúnmente se conoce como “echar balones fuera”. En el deporte se puede responsabilizar de la derrota al rival, al árbitro, al entrenador, a los compañeros, etc. pero eso no sirve para que el deportista evolucione y mejore. Tras una derrota, la persona que quiere progresar hará un trabajo de reflexión y autoanálisis para poder corregir cada detalle. Por otro lado, la persona que responsabilice a todo el mundo excepto a sí mismo, difícilmente aprenderá de sus acciones y errores (lo cual aumenta las probabilidades de que vuelvan a producirse).
Saber ganar es complicado, se fusiona la alegría y euforia de haber logrado un objetivo con el orgullo propio de alguien que ha superado una prueba o barrera exigente. Es una de las acciones más bonitas del mundo del deporte: el respeto que se muestra al rival tras vencerlo en la competición resulta muchísimo más atractivo que las habituales ostentaciones.
El atletas debe demostrar clase, amor y respeto por su deporte y quienes forman parte de él. Por último les dejo una frase que para mi ha sido un hombre ejemplo:
“Mis padres me enseñaron tres cosas fundamentales: que para poder estar orgulloso de ti mismo hace falta trabajar; que es preciso actuar con seriedad; y que debes respetar a los demás para recibir respeto a cambio. Trabajo, seriedad y respeto. Zinedine Zidane"